Todos los santanderinos, y muchos visitantes, conocen la Grúa de Piedra del paseo marítimo. Es uno de los emblemas de Santander, y uno de los objetos más codiciados en las fotografías que los turistas se llevan de recuerdo, después de visitar nuestra ciudad.
Cuando hoy en día vemos erigir algún elemento de arquitectura o uso industrial, no le damos excesivo valor, excepto el que su propia utilidad nos brinda. No se nos pasa por la cabeza que pueda llegar a sobrevivir su vida útil, para convertirse en un objeto con valor estético, y mucho menos en uno de los iconos de una ciudad. Pero si resisten el paso del tiempo, y el envejecimiento al que les aboca el uso continuado, la pátina que les da los años les troca de patitos feos, en cisnes de extraña y atractiva deformidad.
La construcción de la grúa de piedra, fue la respuesta a la necesidad del puerto de Santander, de contar con ingenios que pudieran atender a las necesidades de descargar mercancías de gran tonelaje.
El puerto de Santander estaba perdiendo la carrera comercial con otros puertos, al contar únicamente con grúas cuya capacidad máxima de carga, era de tres toneladas. Los barcos se desviaban a otros puertos.
La Junta de Obras del Puerto actuó con urgencia, encargando a la firma Sheldon y Gerdtzen, el proyecto y la construcción de una grúa que pudiera mover como mínimo 30 toneladas. Los constructores se pusieron manos a la obra. La grúa se construyó en Liverpool, para ser posteriormente transportada en piezas hasta Santander. Una vez aquí, el ingeniero local Leonardo Corcho se hizo cargo del proyecto. Construyó una zapata de piedra, directamente anclada al lecho marino, sobre la que se montó la grúa, ya que el primitivo muelle de madera, conocido como de Maura o de la Monja, no aguantaba las 48 toneladas que pesaba el artefacto. El 17 de mayo de 1900 se inauguró el patito feo que ahora, más de un siglo después, nos alegra las vistas.
Y además los constructores encargados del proyecto, lo hicieron de maravilla. Cuando se realizaron las pruebas de carga, la grúa, entonces movida por un motor de vapor, pudo levantar, nada más y nada menos, que 36 toneladas. Bastante más de lo que se les había solicitado a los constructores. Y todo por el módico precio de 74.820 pesetas de las de entonces.
Las autoridades estaban exultantes. Supongo que además de por los resultados, porque una significativa parte de ese coste, habría ido a sus bolsillos… tal y como suele ocurrir durante todas las épocas, y con todas las autoridades. Excepto en la época de la revolución francesa, o del paraíso estalinista, en los que las autoridades no llegaban a sobrevivir tanto tiempo como para embolsarse nada.
Imagino las caras de asombro de la concurrencia, cuando vieron elevarse sobre el suelo cargas tan colosales. El puerto entraba en la modernidad.
La Grúa se jubiló definitivamente en 1990, tras un siglo de actividad.
La grúa Titán, ya que así se denomina tradicionalmente a la grúa principal de todos los puertos, cambió en 1927 su motor de vapor por uno eléctrico, para jubilarse a principios de 1990. Casi un siglo de actividad, sin dar prácticamente signos de fatiga.
Como dato curioso os comentaré, que cuando se proyectó el Centro Botín, se planteó mover la grúa desde su actual posición, hasta las cercanías de la estación marítima. La presión popular consiguió que el emplazamiento original del Centro Botín se desplazara unos metros, para respetar la posición de la venerable grúa Titán. La venerable grúa realizó su último porte, el más colosal de toda su vida. Ahora conviven en armonía, como representantes del pasado y del futuro de la ciudad.
Grúa de Piedra, Muelle de Maura, Ensanche, Santander, Cantabria, 39004, España
Una historia muy interesante, no recordaba que estuviese en funcionamiento hasta 1990, eso es casi anteayer. Lo que sí recuerdo perfectamente es la oposición popular a su movimiento por el nuevo Centro Botín. Afortunadamente, las críticas llegaron a donde debían llegar, y las autoridades oportunas tomaron la decisión adecuada: hacer caso al pueblo, y colocar al Centro Botín en un mejor emplazamiento. Al menos, a mi me gusta cómo ha quedado integrado en la trama urbana, conectando a través de los Jardines de Pereda con el Mercado del Este.
Nos da la impresión de que nuestras quejas nunca llegan a buen puerto, nunca mejor dicho, pero ejemplos como este nos animan a seguir peleando… Si, a mi también me gusta más. Seguramente, con el emplazamiento original, la zona hubiera quedado más abigarrada, con menos horizonte despejado.