El Monte Hijedo, es uno de los grandes desconocidos del norte de España. Está considerado una de las tres manchas de bosque autóctono más grandes del país.
1.500 ha. de robles albos, hayas, tejos, acebos, alisos, abedules, avellanos y cornejos, entre otras muchas especies, atravesadas por el río Hijedo, que dan para muchos y muy buenos paseos y excursiones.
Para llegar a este increíble paraíso natural, compartido entre Cantabria y Burgos, lo más fácil es acceder por el valle de Valderredible.
Nosotros, en lugar de entrar por el Centro de Visitantes de Monte Hijedo, en Riopanero, nos acercamos hasta la cercana localidad burgalesa de Alfoz de Santa Gadea. Tras recorrer un corto trecho de pista en coche, llegamos hasta un pequeño aparcamiento, a partir del que ya está prohibido continuar con vehículos. Por esta pista de tierra, apta para cualquier vehículo, se van sucediendo enormes rocas de arenisca con caprichosas formas, producto de la erosión; abrigos, ojos, setas y bloques aislados que cuando dejamos volar la imaginación, admiten todo tipo de interpretaciones.
Desde ahí andamos, cosa de un kilómetro, rodeados de pinares, ganado, y algún mastín de fiero aspecto, hasta la Cabaña de Monte Hijedo. Por cierto, que es una excelente zona para recoger setas.
La cabaña tiene de cabaña solo el nombre, ya que consta de caserón, cuadra, capilla y otros pabellones articulados alrededor de un patio, en el que luce un enorme tejo centenario. En la explanada se celebra todos los años una verbena, a la que acuden las gentes de la comarca.
Enfilamos el camino, hasta que llegamos a una bifurcación, que señala dos direcciones con idéntico kilometraje. No es que los caminos sean hermanos siameses, sencillamente, las señales indican los dos sentidos de una senda circular… vamos, que elijas el que elijas, vas a terminar siempre en este mismo punto… a no ser que te secuestre un ojáncano hambriento, algo que creo no se ha producido en los últimos dos milenios.
El camino tiene 7,4 km. Si lo inicias por la derecha, tendrás un descenso más empinado al principio, y una subida más suave al volver. Al cabo de media hora de bajada rodeados de un precioso y denso bosque, llegamos al río Hijedo, a cuya vera discurre el camino durante la primera mitad del trayecto.
A medio camino, está en la única zona de pradería abierta del recorrido, en la que casi siempre me he encontrado con caballos o vacas pastando. La parte baja de esta zona despejada, está cubierta de turberas, de alto valor ecológico.
Giramos a la izquierda, por un trazado perfectamente señalizado, para volver a adentrarnos en lo más profundo del bosque. Casi enseguida iniciamos un ligero ascenso. Nos vamos cruzando con algunos tejos centenarios, a cuya sombra me da por imaginar a los guerreros cántabros descansando, después de una trifulca con los romanos. Prácticamente al final de la ascensión, hay un corto desvío que lleva a un mirador desde el que se domina una magnífica vista del bosque.
Ya solo queda llegar hasta el cruce del que os hablé al principio, y desandar el camino hasta dónde hemos dejado los vehículos.
Contando los 7,4 km. de la senda circular, y el trayecto que lleva a los vehículos, la ruta tiene unos 11,5 km. que a buen ritmo se hacen en unas tres horas. No es físicamente muy exigente, por lo que está al alcance de cualquiera que tenga buena forma. En verano, a pesar del habitual calor reinante en Valderredible, al ir casi todo el rato por la sombra, es una senda deliciosa.
Alfoz de Santa Gadea, Castilla y León, España