En Cantabria, siendo uno de los pocos territorios peninsulares, que se libró de la ocupación musulmana, no estamos acostumbrados a encontrarnos con topónimos derivados de árabe, más comunes en el resto de la geografía española; Guadalhorce, Almería, Gibraltar, Trafalgar, Madrid, Balmori, etc.
Lo que si nos podemos encontrar son lugares en cuyo nombre se incluye la palabra “moro” o “moros” ¿Están estos sitios relacionados con la ocupación musulmana o con la reconquista? En general no. Hay diferentes versiones. Muchos pueden derivar de la raíz prerrománica “mor”, que quiere decir “piedras”. De hecho algunos de estos sitios están relacionados con ellas. También puede ser que los diferentes enclaves, sirvieran de refugio a las gentes que huían de la dominación árabe. A mi, personalmente, me gusta la versión que dice que cuando los lugareños desconocían el origen de un paraje recóndito o singular, de unas ruinas, o de algún rincón que encerraba un misterio, se lo atribuían a los moros. Los moros surgían en la lejanía, como los desaparecidos ocupantes que dejaron tesoros fabulosos, construcciones misteriosas. Inconscientemente acabaron creando una mística fantástica, que daba explicación a aquello que no se podía interpretar.
¿Una fabulosa cueva en la que yace un tesoro? La cueva de la mora ¿Unas misteriosas ruinas cuyo origen se desconocía? El castillo de los moros… y así suma y sigue, llenando la geografía de lugares en los que los moros no habían tenido arte, ni parte.
Hoy os voy a hablar de tres de estos curiosos lugares. No los tengo una especial predilección sobre el resto, lo que pasa es que los he visitado en diversas ocasiones, y me han parecido los tres, unos parajes espectaculares.
La Cambera de los Moros
Por si no lo sabías, una cambera es un término rural oriundo de Cantabria, con el que se denomina a un camino carretero. Me parece una palabra preciosa.
La Cambera de los Moros atraviesa la Sierra del Escudo de Cabuérniga, desde el Valle de Valdáliga, y su comienzo se sitúa entre las localidades de San Vicente del Monte y Bustriguado
La cambera tiene un origen incierto. Hay mucha gente que opina que es una vía romana, algo que hoy en día parece que está completamente descartado. Puede que en origen se erigiera sobre un trazado romano, pero el tipo de construcción y los materiales utilizados, no son los correspondientes a una calzada. Lo que si se sabe que quedó en desuso haya por el siglo XVI, eclipsada por el Camino Real, ya que se determinó la edad de un roble que nació en mitad de la calzada.
La calzada trepa fatigosamente por la ladera de la sierra, hasta coronarla. Se conservan unos 1.690 de su trazado, y actualmente es muy frecuentada por los senderistas, ya que forma parte de un precioso recorrido circular, con inicio y fin en San Vicente del Monte.
Volvemos a encontrar en otro enclave, una palabra muy nuestra; llasca. Así denominamos en Cantabria a un tipo de roca caliza, a una toba.
Llasca de los Moros
La Llasca de los Moros está muy cerca de la Cambera, en Bustriguado. Dejamos el coche en el pueblo, y tras un paseo bastante corto, nos damos de bruces con la Llasca, una espectacular cascada, de casi 40 m. de altura. Aparte de su imponente aspecto, su particularidad es que las rocas sobre las que se desliza el salto de agua, tienen una curiosa forma geométrica, que consiguen que parezca una construcción humana. Grandes bloques apilados, formando un murallón. Pero nada más lejos de la realidad, las regulares hendiduras son completamente naturales.
Bolera de los Moros
Para poder disfrutar de la Bolera de los Moros, nos tenemos que ir un poco más lejos, hasta Peñarrubia. La llamada bolera, es en realidad las ruinas de un antiguo castillo, conocido como de Piñeres. Una vieja fortaleza, construida junto al Mirador de Jozarcu, o de Santa Catalina, desde el que se pueden ver los Picos de Europa, y a cuyos pies se desenrosca en desfiladero de La Hermida.
La parte que corresponde a lo que era el patio central del castillo, tiene forma de corro de bolos. Las gentes del lugar decían que los moros jugaban con bolas y bolos de oro macizo. Algo directamente ligado con las historias de fastuosos tesoros dejados por los moros, que os contaba al principio.