Liébana es, sin lugar a dudas, una de las comarcas más bonitas y singulares de España. El aislamiento en la que la sumen los inmensos farallones de roca que la cobijan, unido a los intrincados caminos que hay que recorrer para llegar hasta su corazón, hacen de la comarca una isla sin costas.

Liébana es singular hasta para los mismos cántabros, que nos encontramos con un paisaje que ha sido moldeado por la combinación del clima mediterráneo de sus valles, y las características subalpinas de sus montañas. 

Aldea abandonada de Porcieda

En esta ocasión he ido a visitar una reliquia arquitectónica, la aldea de Porcieda en el municipio de Vega de Liébana.

Porcieda lleva más de 20 años deshabitado. Está en una avanzado estado de abandono, pero muchas de sus casas, orgullosas y dignas ante los embates del tiempo, aún se mantienen milagrosamente en pie. Contradictoriamente, y en parte gracias a este aislamiento, Porcieda es actualmente uno de los mejores ejemplos de arquitectura popular lebaniega. Las casas, excepto por el estado de abandono, no han sufrido alteraciones en los últimos 30 años, por lo que no se ha desvirtuado su construcción original. Al menos las que se mantienen en pie.

Porcieda tiene ese extraño atractivo que emana de las poblaciones abandonadas. Lugares donde la naturaleza recupera lo que siempre le ha pertenecido, y cuyo dominio los hombres hemos interrumpido efímeramente.

El edifico mejor conservado del pueblo, y el más destacable, es la ermita de Nuestra señora de Las Nieves, un pequeño templo barroco de mampostería, coronado por una espadaña. El día 5 de agosto, se celebra una romería, durante la cual se traslada la imagen de la virgen, hasta el vecino pueblo de Tudes. Voy a apuntarlo en mi calendario, para intentar disfrutar el próximo año del espectáculo.

Aunque el pueblo, tal y como comento, está deshabitado, algunos vecinos de Tudes siguen utilizando los pajares. Excepto los citados pajares, casi todos los edificios que se mantienen en pie, se concentran alrededor de la plaza. La mayoría están construidos con una base de piedra caliza, mientras que las plantas superiores se cierran con un entramado de vigas de madera verticales, cuyos huecos se rellenan con ladrillos de adobe, o entretejido de varas de avellano recubiertas de barro y enlucidas con cal. Un tipo de construcción que es poco habitual en el resto de la región.

Plaza de Porcieda

Porcieda es cruce de caminos. Lo atraviesa la Ruta Vadinense, que une el Camino de Santiago del Norte con el Francés, y con el Camino Lebaniego Leonés. Caminos que ahora se recuperan, pero que hasta hace algunos años estaban prácticamente olvidados, factor que contribuyó al abandono del pueblo. Tal era su aislamiento, que sirvió de refugio a los maquis, los guerrilleros que después de la guerra civil lucharon contra el régimen franquista. Cuentan que en el vecino pueblo de La Vega, aún se puede ver la muesca que dejó la bala que mató a Juanín, uno de los últimos emboscados.

A Porcieda se puede llegar andando desde Tudes, que está a un kilómetro escaso, o por la ruta que hicimos nosotros, que tras un par de esforzadas horas de ascensión, nos condujo desde Potes hasta la aldea. La senda atraviesa el alcornocal de Tolibes, el más extenso de la comarca, y el mejor conservado a estas latitudes de toda España. Por el camino también pasé frente a las ruinas del monasterio de Santiago de Porcieda, conocido como “El Convento”.

Poco queda del monasterio, aparte del arranque de los muros de una desaparecida iglesia, de una sola nave, y un montón de piedras diseminadas por los alrededores. En su momento tuvo cierta importancia, ya que era la última parada del Camino Lebaniego Leonés, antes de llegar al monasterio de Santo Toribio. Cuando leía el cartel que explicaba los pormenores de su historia, me dije; “quien te ha visto, quien te ve, y quien te dejará de ver en pocos años”.

Os animo a conocerlo, ya que es un lugar realmente hermoso, dotado de una singular paz,  y unos alrededores excepcionales. Eso si, dada la fragilidad del entorno, os pido que respetéis las construcciones, ya que son patrimonio de todos. Todos tenemos el derecho de disfrutarlas, y el deber de conservarlas.

Si queréis leer un relato entretenido acerca de Porcieda, os recomiendo esta otra entrada del blog.

Moncho escalante

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